
Metodologías activas para una ciudadanía global: Conclusiones de la conversación
En el marco del programa Conversaciones sobre Educación para una Ciudadanía Global con sentido de la Fundación SM, se celebró el pasado miércoles 14 de mayo el noveno encuentro virtual “Metodologías activas para una ciudadanía global”.
En la conversación participaron:
- César García-Rincón. El aprendizaje servicio en siete claves para el aprendizaje de la Ciudadanía Global. Experto en Proyectos Internacionales de Educación Prosocial y para el Desarrollo Humano. Doctor en Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca.
- Natalia Allende. Proyecto I CAN – Design for Change como ejemplo de metodología activa. Directora de Design for Change Chile.
- Andrés Conde Solé. Kilómetros de solidaridad para la Ciudadanía Global. Director ejecutivo de Save the Children, España.
Moderó Cecilia Espinosa. Directora de la Fundación SM México.
Las metodologías activas han ido introduciéndose paulatinamente en el aula dando un mayor protagonismo al alumno, quien con dichas metodologías actúa y participa de forma activa en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Además, se trata de una enseñanza contextualizada en problemas del mundo real, en el cual el estudiante se desarrollará en el futuro; y en el que se forma como ciudadano global, siendo competente, autónomo y crítico.
Descargar relato gráfico del encuentro

César García-Rincón. El aprendizaje servicio en siete claves para el aprendizaje de la Ciudadanía Global
1.- El aprendizaje servicio es una metodología versátil y adaptable. Es una de las preferidas por profesores y alumnos por la simplicidad de su mensaje: “Aprender sirve, servir enseña”.
2.-Es sencilla y fácil de poner en práctica. No precisa de mucha formación ni grandes inversiones materiales. Solo necesita motivación y ganas de cambios.
3.-Da sentido ético y social a los aprendizajes escolares. Parte de la relación virtuosa y sinérgica entre el aprendizaje y el servicio: hacer bien el bien.
4.- Conecta a la escuela con el mundo y con la realidad de su entorno, comunidad y barrio donde radica. La escuela deja de ser un espacio aislado; deja entrar en las aulas su entorno y sale a su realidad social.
5.-Dota de sentido ético y social a los currículos, ya que el aprendizaje servicio tiene una carga ética importante. Además, hace a los alumnos protagonistas del cambio social desde ya, sin esperar a mañana.
6.- Complementa perfectamente con las competencias educativas. Cualquier materia permite conectar con un proyecto de aprendizaje servicio.
7.- Pertenece a la “caja de herramientas docentes” para cambiar el mundo. El aprendizaje servicio es una herramienta complementaria y necesaria para la Ciudadanía Global. Solo se debe adaptar al contexto y necesidad del alumnado.
Natalia Allende. Proyecto I CAN – Design for Change como ejemplo de metodología activa
La cuestión de partida es: ¿Cómo preparo hoy a nuestros alumnos para no reparar el mundo mañana? La respuesta de Design for Change es crear una experiencia educativa, I CAN (“Yo puedo”), que combina lo mejor de la educación tradicional con las innovaciones: disciplina y creatividad; contenidos y carácter; hacer el bien y que les vaya bien; ambición y compasión.
Para lograr esto, Design for Change ofrece cuatro pasos:
1.- SIENTE. Se invita a pensar a los alumnos qué cosas del entorno les molesta y están dispuestos a cambiar.
2.- IMAGINA. Proceso creativo. ¿Cómo puedo, junto con mi aula, equipo o grupo, mejorar esta situación?
3.- HAZ. Creamos un plan de acción y nos ponemos manos a la obra.
4.- COMPARTE. Difundo mi experiencia de cambio para inspirar a otros. Si yo puedo, tú también.
El espíritu de “Yo puedo” es tener consciencia y empatía para relacionarse con el otro, capacidad para trabajar en equipo y desplegar liderazgo, empoderamiento para construir un futuro más sostenible, y conciencia de que yo puedo, yo soy capaz de construir y cambiar.
Además, resalta que los intereses naturales de los alumnos de Design for Change en Chile van muy de la mano de los objetivos de desarrollo sostenible, y todos caben en su currículo y proyecto educativo. En resumen, los niños solo necesitan una oportunidad para cambiar el mundo.
Andrés Conde Solé. Save the Children: kilómetros de solidaridad para la Ciudadanía Global
Andrés habla no tanto como educador sino como trabajador humanitario. Por ello nos recuerda dos crisis que estamos viviendo ahora mismo: la crisis migratoria de Ceuta muestra cómo se pueden usar sin escrúpulos a 8000 personas, 2000 de ellas menores, en un solo día para ejercer presión política; o el conflicto armado entre la Gaza palestina e Israel, que en menos de una semana ha provocado casi 300 muertos, de ellos 61 menores. Esto viene a colación porque alumnos y profesores reciben diariamente imágenes del sufrimiento globalizado y de sus consecuencias. Imágenes que nos confirman diariamente la fragilidad y vulnerabilidad humana, como ha hecho la pandemia.
De esto se infieren dos cuestiones: ¿Qué hacemos con el conocimiento del sufrimiento de los otros? y ¿cuál debe ser el papel de la educación para transformar esta realidad? La respuesta desde Save the Children es la educación para la Ciudadanía Global.
La ciudadanía es una conquista que hay que defender junto a los derechos asociados a esa condición y que no todas las personas la disfrutan. Por tanto, el ciudadano tiene capacidad de actuar e incidir en su sociedad y entorno, y la ciudadanía es una cualidad interdependiente y otorga una responsabilidad social.
Ser ciudadano requiere:
– Estar interesado en conocer y reflexionar constantemente sobre los problemas globales, entender las relaciones entre lo local y lo global, y entre lo pasado, lo presente y lo futuro.
– Ser consciente de que tenemos deberes y derechos. La realidad debe ser modificada si es injusta.
– Realizar una reflexión ética y establecer una escala de valores cosmopolita poniendo encima de todo la dignidad y el valor humano.
– Participar y comprometerse activamente en la vida ciudadana.
– Defender la interculturalidad, que aporta y respeta la diversidad del mundo.
– Trabajar comunitariamente, junto a los demás ciudadanos, buscando espacios de construcción del bien común.
Por todo ello, Save the Children creó hace 18 años Kilómetros de Solidaridad, un programa en España que implica voluntariamente a 550 000 alumnos, 45 000 profesores y 2000 centros educativos al año.
El programa se basa en cuatro pasos proactivos para el alumnado: conocimiento de otras realidades, reflexión sobre esas realidades, sensibilización del entorno del propio alumno y acción cooperativa. La organización facilita materiales didácticos y recursos audiovisuales sobre una realidad concreta de la infancia vulnerable en un país concreto. La del último año se basó en la persecución de los niños y niñas de la etnia rohinyá, en Birmania. A los centros educativos se les propone actividades de reflexión y sensibilización, que pueden aplicar de forma transversal en cualquier área de conocimiento, así como a claustros, familias y entornos educativos. Se trabajan en valores como la solidaridad, la empatía, la justicia social, la interculturalidad, la cooperación, a través del esquema conocimiento-reflexión-acción. Todo ello se cristaliza al final del proceso en un evento deportivo, una carrera, que aglutina también a los patrocinadores que han realizado un pago económico que se invertirá en la educación de la infancia rohinyá.
Diálogo
Cecilia Espinosa, la moderadora, plantea cuál es el andamiaje necesario para poder implementar en los centros las metodologías activas.
César García-Rincón dice que en la era de las competencias globales, estas ofrecen multitud de posibilidades de adaptación e interpretación para aplicar las metodologías activas. Si hay motivación y convicción se pueden hacer muchas más cosas de las que parece, a pesar de reconocer que, por ejemplo, las evaluaciones internas y externas restringen y condicionan. Se debe aprender de las experiencias exitosas de metodologías ágiles y adaptativas, como las de Desing for Change.
Natalia Allende comenta que, desde su experiencia, el cambio comienza con los “eduhéroes”, los profesores valientes, que arriesgan y se esfuerzan por introducir cambios. Los que no se conforman con lo que hay o es lo habitual. El compromiso de los “eduhéroes” y el apoyo de las familias es fundamental para la transformación.
Andrés Conde da dos recomendaciones para que las tomen en cuenta las administraciones educativas: trabajar desde las competencias globales y evitar los currículos sobrecargados como los actuales. Y otros dos consejos a los centros educativos y claustros: apertura a los proyectos transversales y multidisciplinares, y apertura a la comunidad educativa (familias, barrio, comunidad…).
En el diálogo surge una nueva cuestión: ¿Cómo evaluar estas metodologías activas?
César señala que necesitamos saber qué vamos a evaluar, y que los cambios metodológicos deben ir acompañados de cambios de evaluación. Las metodologías activas deben llevar procesos activos de evaluación. Generalmente se utilizan rúbricas. En consecuencia, se debería evaluar con rúbricas de autoevaluación, de heteroevaluación y de co-evaluación, en las que deben participar también las familias. Si tenemos claro lo que queremos enseñar, es fácil establecer su evaluación.
Natalia dice que es clave para la evaluación tener en cuenta que las metodologías activas desarrollan en paralelo competencias socioemocionales con capacidades cognitivas. Luego la evaluación debe ser conjunta y centrada en los procesos, debe ser constante y progresiva. Y, por último, hemos de escuchar más a los niños para mejorar su proceso educativo.
Andrés comenta que es fundamental para la Ciudadanía Global la acción y el compromiso, no tanto el conocimiento. Así que debemos evaluar también cómo se actúa y cómo se implica el alumno. Y, por último, quiere dejar constancia que desde su experiencia como trabajador humanitario no tiene mucha confianza en la capacidad de aprendizaje y transformación de los adultos; sin embargo, confía plenamente en la educación de las niñas, los niños y los jóvenes. En su educación está el futuro de todos.